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Lucía Santana Benítez

    Embajadora, Aquí Nos Cuidamos

    Participante, Laboratorio de Ciencia Comunitaria (CienciaCoLab)

    Lucía Santana Benítez tuvo una niñez difícil, con circunstancias que la obligaron a huir de su casa a los 11 años. No obstante, en lugar de verse como una víctima, Lucía ve los retos que ha enfrentado como una razón para romper con patrones negativos y liderar con su ejemplo. 

    Sus experiencias como base de su liderazgo

    Se mudó de Puerto Rico a Boston, Massachusetts en 1989, año donde también comenzó su vocación al servicio. Cuando Lucía matriculó a sus hijos en la escuela, la administración los colocó bajo el programa de educación especial, ya que no dominaban el inglés. Al cuestionar la decisión en una de las reuniones rutinarias en el plantel,  alguien le dijo “yo no sé por qué tú peleas por tus hijos. Si tus hijos no van a llegar a la universidad”. “Eso me devastó porque yo quería que mis hijos fueran lo que yo no fui”, rememora Lucía. “Yo quería que todo lo que yo no pude lograr, ellos si lo pudieran lograr”.

    Preocupada porque sus hijos pudiesen tener algún problema cognitivo, Lucía los llevó a un médico, que le indicó que estaban bien. Una señora que escuchó las razones por las cuales llevó a los niños al chequeo le dijo “usted capacítese porque sus hijos van a llegar donde usted quiere que ellos lleguen. Esa persona no tenía derecho de decirle lo que le dijo y usted pelee por sus hijos”. Esas palabras inspiraron a Lucía a involucrarse con la organización City Life/Vida Urbana, en donde se capacitó y aprendió sobre los derechos de los niños y niñas con necesidades especiales. “Así fue que yo empecé mi liderazgo, liderando para mis hijos, peleando los derechos de mis hijos y los niños con necesidades especiales”, afirma 

    Durante sus 26 años en los Estados Unidos, Lucía se destacó como una fuerte defensora de los menores. Por ejemplo, llevó consigo a grupos de jóvenes y niños a Washington, DC, para que aprendieran sobre la importancia de luchar por sus derechos. “Todas estas luchas me han enseñado a mí a ser la persona que soy, solidaria, humilde y con mucha empatía hacia los demás”, nos cuenta 

    Más adelante, Lucía comenzó a tener problemas de salud y regresó a Puerto Rico en 2009. Entonces, requirió un trasplante de uréteres (los tubos que transportan la orina de los riñones a la vejiga) y una ostomía (una cirugía que crea una apertura en la pared abdominal y luego de la cual se coloca una bolsa para recoger ya sea la orina o las heces). Luego de sus cirugías, Lucía comenzó a abogar por pacientes como ella, que requieren atenciones especiales y apoyo de salud mental, porque observó que el cuidado que recibían no siempre era el correcto. 

    “Yo tomé un entrenamiento en el Hospital Ashford por un año con una enfermera. Ella me entrenó y me enseñó todo lo que tenía que ver con el cuidado de mi estoma (una apertura creada mediante cirugía desde un área del interior del cuerpo hasta el exterior)”, recuerda. Además, la enfermera le enseñó sobre sus derechos como paciente. 

    Lucía cuenta que luego de sus operaciones, iba de cuarto en cuarto, con su bata de leopardo y medias de arcoiris a visitar y apoyar a otros convalecientes. Para ella era importante apoyar a esas personas porque, al igual que ella, quería que sintieran que “Dios les está dando una segunda oportunidad de vida”.

    Lucía se mudó al residencial Manuel A. Pérez, en San Juan, PR en 2016. “Yo soy una persona que observo mucho y me fijé en la desigualdad que había. Hablé con la oficina [administración del residencial] y les dije que me gustaría ser voluntaria o líder para ayudar”. Desde ese entonces ha estado muy activa, siendo parte de la Coalición del Norte de líderes de residenciales públicos, con la cual ha participado en distintas reuniones gubernamentales. 

    Su labor se enfoca en apoyar a los menores y las personas mayores. Por ejemplo, Lucía ayuda a residentes mayores a conseguir alimentos o hacer trámites gubernamentales y organiza actividades de entretenimiento o educación para los jóvenes y niños, como por ejemplo la creación de résumés. “Yo me sé defender, pero hay muchos viejitos que no saben defenderse y mi vida son los niños y los viejitos”, afirma.

    Gestión comunitaria ante las emergencias

    Al igual que muchos otros líderes boricuas, Lucía respondió por su comunidad ante las crisis luego del huracán María y los terremotos del 2020. Por ejemplo, formó parte de un grupo que repartió más de 125,000 cajas de alimentos por residenciales públicos, barriadas y otras comunidades en Puerto Rico. 

    En 2019 creó una organización sin fines de lucro, Organización Solidaridad Humanitaria (OSH), para buscar más ayudas e impactar a otras comunidades fuera del residencial Manuel A. Pérez. La organización ha creado eventos para recaudar materiales escolares antes del comienzo del año académico y sueña con crear un instituto de jóvenes de los residenciales públicos de Puerto Rico que apoye en la educación sobre sus derechos y las distintas maneras para hacer política pública. También, OSH apoyó a que 12 mujeres entre las edades de 30 a 85 años se capacitaran en un programa de empoderamiento comunitario a cargo de la organización Espacios Abiertos.

    En el 2020, Lucía fue escogida como una de las embajadoras comunitarias del proyecto Aquí Nos Cuidamos. Luego de participar de los foros comunitarios y recibir los materiales educativos del proyecto, Lucía pensaba “yo no me puedo quedar con todo esto para mí sola. Yo tengo que hacer que mi comunidad la reciba y sepa”. 

    Una de las primeras actividades que realizó como embajadora, junto a jóvenes en su comunidad, fue crear pósters y banners para promover las medidas de prevención de COVID-19. Estos afiches destacaban como portavoces a los residentes de la comunidad de distintas generaciones, desde niños hasta adultos mayores y fueron colocados en docenas de postes en todo el residencial. “Ha sido muy bueno porque los niños dicen ‘mira, yo me lavo las manos’ o ‘mira, tengo mi mascarilla’ y eso es dar ejemplo. Nosotros los líderes tenemos que ser el ejemplo en nuestras comunidades”, enfatiza Lucía. 

    Lucía también organizó eventos de vacunación junto a la organización VOCES. Recalca que la desinformación ha sido un obstáculo y que una de las herramientas más importantes para combatirla es “que vengan personas con el conocimiento correcto a educarnos, a capacitarnos. No es lo mismo que venga el hijo de doña Petra a decir ‘mira en la televisión estaban diciendo esto’. La credibilidad es muy importante en esta situación de la pandemia”. 

    Ciencia para promover la seguridad alimentaria  

    Durante la pandemia, la inseguridad alimentaria fue un problema para muchas comunidades, incluyendo el residencial Manuel A. Pérez, en donde vive Lucía. Para ayudar a atender esto, a principios de 2020, OSH se unió a varios individuos y organizaciones en una demanda contra el Departamento de Educación para exigir la reapertura de los comedores escolares. Una vez abiertos los comedores, Lucía cuenta que en muchas escuelas sólo permitían que aquellos con vehículos recogieran alimentos. El problema es que muchos residentes de vivienda pública no tienen vehículos. Como respuesta, Lucía junto a otros residentes crearon un sistema de distribución de alimentos para evitar que esas personas pasaran hambre. Aún así, la inseguridad alimentaria sigue siendo un desafío recurrente. Por esta razón, Lucía se encamina a hacer realidad su proyecto “Huerto Liberación”, que busca crear un jardín comunitario liderado por jóvenes para promover la seguridad alimentaria en Manuel A. Pérez. Este proyecto, fruto de su participación en el Laboratorio de Ciencia Comunitaria (Ciencia CoLab) también busca darle a los jóvenes oportunidades para que tengan encuentros con la ciencia y desarrollen su liderazgo.

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